7/6/12

Lazos rojos // Capítulo 11


Capítulo 11
Gotas de infierno

Coge tu arma 
Hora de ir al infierno 
No soy un héroe 
Culpable de los cargos 
Busca Y Destruye 

Encontré mi fe 
viviendo en el pecado 
Yo no soy Jesús 
Pero, tú tampoco, mi amigo
 Search and destroy // 30 seconds to mars


Se escuchaba el pequeño oleaje contra las afiladas rocas unidas una contra la otra en una secuencia que pareciera no ser casualidad, así las olas llegaban a estamparse cubriéndolo todo para luego retroceder y estrellarse una vez más. El mar se veía tan oscuro como el cielo siendo iluminado en breves instantes por la luz que despedía faro en cada rotación, pero más que nada esa noche parecía que aquellas aguas revueltas estaban enojadas o quizás preveían el desastre que se avecinaba porque aquellas olas era cada vez más frecuentes y la violencia con la que llegaban a las rocas era sorprendente, además las nubes negras habían cubierto las estrellas. En aquel momento, cuando la tormenta parecía inminente, Nirvana decidió que el espectáculo había terminado. Era hora de pelear.
El viento iba de este a oeste dándole de lleno en la cara a la caza-vampiros al contrario de lo que sucedía con Markus. Estaban frente a las ruinas de la Catedral de Saint Andrews, la mujer sostenía una wakizashi en su mano derecha con el filo hacía afuera esperando algún movimiento del vampiro rubio que tenía enfrente.
—No tienes idea de cuánto deseo matarte—dijo el rubio mostrando sus colmillos.
No recibió respuesta de su contrincante, quien de inmediato levantó su wakazashi al percatarse del ataque que efectuaba el vampiro. Justo a su costado derecho había aparecido el chico en apenas un parpadeo y por poco logró hacer un rasguño en la piel de la humana.
Para Markus la situación era desesperante, a pesar de ser un vampiro y poseer una velocidad asombrosa aquella humana tan “horrenda” lograba esquivar la mayoría de sus ataques, pero aquella desesperación era de alguna forma fascinante si se proponía acabar con ella lentamente.
—Dejémonos de juegos—susurró el chico rosando la oreja de la joven.
Sintió el impacto pero no había dolor, tan sólo la certeza de que algo se había impactado contra su rostro, más específicamente en su nariz. Y entonces, el dolor se comenzó a acumular en el centro de su rostro casi al tiempo en que un líquido espeso y caliente salía de las fosas nasales para cubrir lo que estuviera a su paso. Nirvana encorvó su cuerpo un poco y llevo su mano hasta su rostro, de alguna manera aquel golpe la había dejado un tanto aturdida, a medida que la sorpresa por aquello desaparecía. Pero el espesor de aquella sustancia rojiza no duro el suficiente tiempo a exposición del viento para que se secara o coagulara, ya que las repentinas gotas de agua que caían del cielo lo evitaron y llevaron con ellas la sangre como si fuera un pigmento necesario para ella.
La había herido. Por fin podía ver su sangre, pero había cambiado de idea. Markus quería verla sufrir, quería que le implorara clemencia.
—¡Ay lo siento!—dijo fingiendo preocupación—¿Te lastimé?
Nirvana levantó la mirada ante aquella provocación, debía dejarse de juegos y acabar con ese vampiro para ir a ayudar a sus compañeros y poder salvar al chico que acompañaba a esos tres vampiros.
—En realidad apenas es un rasguño—respondió la mujer al rubio logrando que se molestara.
Y tan impulsivo como era Markus se lanzó contra la caca-vampiros sin fijarse en la extraña aura que se formaba en torno a la wakazashi tan sólo alcanzó a darse cuenta de que la muchacha había susurrado algunas palabrejas antes de que rozara una de sus piernas a la altura de la rodilla. No era nada, un corte de esas dimensiones no era daño suficiente para impedirle que continuara con su lucha, pero aquel corte no parecía ser ordinario. No podía moverse. Markus intentó mover sus piernas en dos ocasiones y no pudo hacerlo, sus miembros inferiores no le respondían y en medio de la desesperación que le suponía darse cuenta de eso se percató de un detalle.
—¿No es un hechizo de alto nivel el que acabas de usar?—cuestionó el rubio con un semblante arrogante.
—Así es.—Nirvana sacó una cruz de cristal que utilizaría para purificar al vampiro.
—Primero tienes que matarme, idiota.
—Eso es lo que voy a hacer—espetó la mujer.