19/1/13

Entre sombras

Continuación de Ser increible, ser querido.

Este capítulo o más bien, este one shot va para Rai, mi linda Rai, que siempre me ayuda cuando estoy bloqueada, que lee todo lo que voy escribiendo y me dice sus opiniones, que de alguna forma me da cachetadas cuando estoy mal...es un amor. Danke Sacet por siempre ayudarme y hacerme caso aunque llegue a enfadar.


Y gracias a quienes leen esta historia, que en verdad espero les guste, lamento que sea tan marica. 

PD: Entiéndase marica como cursi.

Ah si, este es un one shot cuarto capítulo de fic de temática homosexual y tiene contenido sexual, tampoco es tan hard pero bueno, si no les gusta no lean y si son menores de edad pues...se supone que no deben de leer esto xD
***



Regresar a Alemania era una sensación reconfortante, aunque no volviera a su casa se sentía como estar en su hogar una vez más, inclusive se le notaba más animado desde que la fecha para el viaje se acercaba. A veces extrañaba demasiado Alemania, no porque España le desagradara, sino que el país germano era su hogar y había ciertas cosas con las que no terminaba de encajar en Madrid: el idioma, el acoso de la prensa y la presión a la que se veía sometido. A veces llegaba a cansarle que un día fuera tildado de crack y al siguiente ya había rumores de su traspaso a algún equipo en la Premier League.

—Pequeño, ¿qué haces?—preguntó Sergio Ramos entrando al vestuario con tan sólo unos bóxer puestos.

El alemán no contestó en seguida a pesar de que replicaría por el mote, se giró para verlo y se encontró con el torso desnudo de su pareja aún con rastros de agua en su extensión. Estaban ellos solos en el vestuario, los demás ya se habían ido como sucedía en los últimos días, Mesut ya estaba listo y sólo esperaba al sevillano que en ese momento se había postrado frente a él semidesnudo. El centrocampista tragó saliva y entreabrió la boca, sabía que tenía que decir algo pero no dijo nada pues rápidamente plegó sus labios y giró su rostro en dirección contraria al defensa. Sergio Ramos era un dios, su cuerpo en toda su extensión era perfecto. La única relación seria de Mesut con un hombre había sido con su compañero de selección Thomas Müller y su cuerpo no era tan desarrollado como el del español, inclusive Özil no recordaba fijarse demasiado en lo fibrado que estaría un hombre, pero ver a Sergio era cosa de otro nivel. A Mesut le gustaba el cuerpo de su novio.

—Nada—dijo el alemán sintiendo la garganta seca—, pensaba.

—¿Y puedo saber que ocupa tu mente aparte de mí?—preguntó el de Camas mientras se colocaba su pantalón.

—El trasero de Cristiano—contestó el otro en un español fluido y acompañado de una sonrisa juguetona.

—Hay mejores traseros en la plantilla que el de la Barbie.—El español se agachó y cazó los labios de su pareja entre los suyos.

—Nos van a ver—susurró el alemán contra los labios del otro.

Pero no consiguió que el defensa parara su tarea, al contrario, el beso fue un poco más profundo y largo que el anterior.

—Tenía ganas de besarte—dijo Sergio al oído del centrocampista y besó su mejilla mientras se incorporaba.

—No creas que yo no—dijo Mesut en español algo entrecortado—, pero alguien podría vernos—dijo en inglés.

—Lo sé, pequeño.—El alemán torció la boca— Lo siento ¿vale?—La sonrisa del español era radiante, en tanto que la del alemán más bien fue débil y enseguida el muchacho se giró—No lo volveré a hacer.

—No es por eso.—Sergio enarcó una ceja y permaneció estático con su playera en la mano—Me gustaría poder besarnos sin cuidarnos de nada.

—A mí también Mesut, pero puedes invitarme a tu casa.

—Creí que iríamos a comer.

—Podemos cocinar algo y podría darte todos los besos que no he podido darte hoy—dijo el español terminándose de vestir.

—Sólo si prometes no incendiar mi cocina.

—Siempre podemos pedir algo a domicilio.


Ambos jugadores sonrieron y tomaros sus cosas para salir del vestuario, a Mesut le gustaba salir y que todo estuviera desierto, sin tantas personas por los pasillos más que las indispensables y al ser los últimos siempre tenían más probabilidades de que eso sucediera. El alemán no era alguien que gustara mucho de estar rodeado de personas ni de tener trato con gran cantidad de ellas, era más bien tímido y sólo con personas que quería y a quienes tenía confianza lograban hacerlo sentir cómodo, Sergio era una de ellas. El diez del Real Madrid se giró un poco para observar el perfil de su novio, primero su nariz y luego sus labios, entonces se dio cuenta de algo obvio. Le gustaba Sergio Ramos, hacía tiempo que le gustaba.

—¿Pasa algo?—preguntó el español cuando casi llegaban al estacionamiento.

—Nada, no te preocupes.

—¿Seguro?—el alemán asintió—Vale, entonces te sigo.

—Está bien—contestó en inglés el centrocampista.

Cada jugador subió a su auto y emprendió el camino. En su Porche, el central del Real Madrid barajaba las posibilidades por las que Mesut estuviera molesto, él no era tonto y sabía que algo le pasaba al alemán pues apenas en la mañana había estado de muy buen humor y de pronto se veía un poco mermado. Pero Özil insistía en que todo estaba bien y eso molestaba un poco al sevillano, que Mesut se guardara muchas cosas y no le dejara ser partícipe de eso que le sucedía. Sergio lo quería bastante pero no sabía si su cariño era correspondido con igual intensidad.

—Algún día.—Se dijo el español a sí mismo antes de bajar de su auto.

Mesut ya esperaba al defensa fuera de su propio auto para ingresar en su casa y cuando éste llegó le arrebató su mochila, gesto que al alemán no le agradó mucho pero que dejó pasar.

Apenas habían cerrado la puerta tras de sí, cuando el español abrazó por la espalda al centrocampista encajando su nariz en su cuello para inmediatamente girarlo y quedar de frente, ni siquiera espero la réplica que el alemán tenía preparada y lo besó.

—Vamos a hacer de comer, ¿de acuerdo?—pregunto el de Camas y en seguida besó la frente del otro futbolista.

—Está bien—contestó en inglés el alemán.

El español entró en la cocina y fue directo al refrigerador en busca de algo para cocinar, sacó un poco de carne y cuando buscó un sartén para asarla cuando el nacido en Alemania le llamó, pero en seguida calló.

—¿Qué?

—Nada.

—¿Te pasa algo?—preguntó el español invitando acercarse a Mesut con el brazo, pero el alemán negó con el rostro—Yo sé que sí.

—Sólo pensaba—replicó Mesut y se alejó un poco.

—Llevas pensando desde que estábamos en el vestuario, pequeño.—El sevillano se acercó de nuevo a su novio y recargó su frente sobre la contraria.

—Extraño Alemania—dijo mirando a los ojos de Ramos—y pensaba que no me gusta tener que dejar de besarte porque alguien puede vernos y que si alguien lo sabe nos verán como bichos raros—susurró Mesut muy lentamente entrecortando las palabras, no sólo por las dificultades que tenía con el idioma.

—No somos los únicos…

—Ya sé, sólo…—El alemán bajó su mirada.

—Te quiero Mesut, mucho, bastante, y vamos a seguir en esto juntos, encontraremos la forma de que esto sea llevadero, pero no voy a alejarme de ti por miedo a lo que piensen los demás y aunque tengamos que esconderlo quiero que sepas y tengas la seguridad de que no te dejaré solo.

—Yo tampoco me alejaré de ti—dijo Özil levantando la mirada—, te quiero Sergio—dijo acercando su rostro al contrario—, me gustas mucho.

El defensa español apoyó sus manos en la bardilla de la cocina porque el impulso con el que Mesut se abalanzó contra él lo hizo retroceder. El centrocampista atrapó la nuca del sevillano con una de sus manos y con la otra se apoyó en la bardilla, entonces las manos del español se ciñeron en torno a la cintura del otro futbolista y a medida que el beso avanzaba sus cuerpos se acercaban más y más.

No era algo muy común que Mesut fuera quien iniciara un beso y mucho menos uno tan intenso como el de ese momento, el español se había sorprendido del gesto y tardó un poco en corresponderle al alemán pero en cuando lo hizo incrementó enormemente el fuego del contacto; movía su lengua con la maestría que su experiencia le daba aunque con más impaciencia de la acostumbrada. El español empujó ligeramente al centrocampista y dejó que fuera éste quien se quedara atrapado entre su cuerpo y la bardilla para poder estar un poco más juntos. Pero no le bastó con eso; las manos frías de Sergio se colaron debajo de la camiseta de Özil, quien al sentir el contacto dio un pequeño respingo y arqueo su espalda aunque al final quedó recostado sobre la bardilla, así el borde logró arrancarle un quejido que erizó la piel del central español y una descarga eléctrica viajó hasta su entrepierna, pero no fue la única vez que esas reacciones sucedieron en el cuerpo del de Camas pues el alemán buscó imitar el movimiento de las manos del otro futbolista.

De pronto el español se separó.

—¿Qué pasó?—preguntó un poco agitado el centrocampista.

—N-nada.—Enseguida el defensa dirigió su vista a su entrepierna. Estaba levemente abultada, y Mesut también había fijado su vista en ella.

Fue un silencio largo e incómodo en el que ninguno de los dos sabía cómo reaccionar, el español se sentía avergonzado y el alemán no se alejaba mucho se esa emoción. Sergio se había sonrojado un poco y había apartado la vista, gestos imitados por Mesut, para después quedarse inmóvil durante varios minutos.

—¿Q-que hacemos ahora?—preguntó con timidez el de Alemania.

—Creo que iré a solucionar esto al baño—dijo por fin el defensa con una sonrisa.

—¿Y eso está bien?

—Por mí no hay problema pequeño, pero si quieres que sigamos yo estoy de acuerdo también—dijo y dio un beso en la frente del jugador.

No dijeron nada, sólo se miraron a los ojos y el español supo que su novio aún no estaba listo para más. Al parecer aún era muy pronto.

—Podemos seguir un poco más y luego tú…

—¿Lo soluciono sólo?—inquirió el español levantando el rostro del alemán.

—Yo puedo ayudar…

—No quiero forzarte, pequeño—dijo el defensa pegando su frente a la del otro y sosteniendo el rostro de éste entre sus manos.

—Yo quiero—dijo en inglés el centrocampista.

El alemán pegó su pelvis a la de Ramos y con su boca busco sus labios, mientras sus manos se dedicaban a delinear las abdominales del español, quien en respuesta colocó sus manos en la cadera del centrocampista y de vez en vez alguna de dedicaba a atender los glúteos del alemán. Una vez más los jugadores intercambiaron posiciones y Mesut quedó apoyado en la bardilla mientras intentaba devorar los labios de Sergio y conocer cada rincón de la boca del español con su lengua, al tiempo que sus manos se dedicaban a despojarlo de su camiseta. Sus caderas se sumergieron en un vaivén acelerado que cada vez era más necesario para el otro, entonces el español hizo que Özil se sentara en el borde de la bardilla y éste lo rodeo con sus piernas en busca de más contacto.

—Te quiero—dijo Mesut en su lengua madre en un suspiro cuando alcanzó el clímax y se dejó caer de espaldas quedando apoyado sobre sus manos mientras el español se frotaba más contra su pelvis.

—Te quiero también pequeño—respondió el defensa casi al mismo tiempo que recargó su frente sobre el hombro de Mesut.

En la cocina, de decoración minimalista y prácticamente inutilizada, ni siquiera Rocky se había atrevido a aparecer para pedirle a su amo un poco de comida, al escuchar el extraño concierto –nada escandaloso– se abstuvo de proporcionar su presencia, quizás coopero a que la vergüenza de Mesut fuera menos. Porque el alemán no era un chiquillo, no es que nunca hubiera tenido sexo o algún otro jueguito nada inocente, pero ni siquiera sabía cómo llamar a lo que acaba de hacer con Sergio y de alguna manera sentía que la sangre se había acumulado en su rostro luego de abandonar a cierta parte de su anatomía. ‹‹No me avergüenzo››, se dijo cuando sintió los labios del defensa empezaron a recorrer el largo de su cuello.

—Se me ha ido toda la intensión de cocinar—anunció Ramos tomando al otro muchacho del rostro—. Quiero darme una ducha, si me lo permites—dijo hablando lentamente mientras paseaba su pulgar por la mejilla del centrocampista—, y luego pasarme todo el día descansando contigo.

—¿Estás cansado?—preguntó el alemán con una mueca bromista.

—¿En verdad quieres que te conteste?—respondió el sevillano con expresión seria, aunque el brillo de sus ojos anunciaba más picardía que nunca.

—Vamos a asearnos.—El español se alejó del cuerpo de Özil y éste se incorporó de un salto quedando enfrente del defensa.

—Bien, ¿me prestarás algo de ropa interior verdad?

***

—Entonces ¿lo harás?—preguntó el número diez del Real Madrid poniéndose su saco.

—Pues sí, no creo que sea un suplicio.

—Lo dices como si fuera algo terrible.

Los ojos del otro hombre se entrecerraron dejando apenas distinguir un poco del iris café y arrugando al mismo tiempo el entrecejo, luego torció la boca y al instante negaba destensando su mirada. Mesut Özil no lo miraba, estaba concentrado en abotonar el saco de su traje y en que la corbata estuviera bien anudada, sabía de sobra cuales eran las expresiones de su compañero de selección. Pasó los ojos por la delgada línea azul marín que decoraba el lavamanos y se recargó en éste.

—Sólo quiero que intercambies habitación con él, no que vivas de por vida con Xavi—dijo el más joven con una leve sonrisa.

—No es eso, es que siempre hemos compartido habitación y ya me sé tus mañas y las de él no…

—En las concentraciones de la selección no duermes siempre con la misma persona—interrumpió el de origen turco.

—Está bien, pero a lo que me refiero Mesut  es que…¿sabes qué? Olvídalo, sólo no dejes que ese cabrón se pase de listo.—Sami Khedira había cruzado sus brazos sobre su pecho y su rostro se había puesto más serio.

—Ya estoy grande, no soy un crio.

Fuera los esperaba el defensa central del Real Madrid, Sergio Ramos, estaba recargado a un lado de la puerta con las manos dentro de los bolsillos y la cabeza echada un poco atrás, mientras apoyaba la planta de uno de sus pies contra la pared. Ni siquiera hacía el esfuerzo por escuchar la conversación, sabía que no entendería ni pizca, así que decidió esperar pacientemente aunque en esos momentos parecía que la paciencia se había terminado. Desde donde se encontraba podía ver a Xavi comentarle algunas cosas al portero titular del equipo con cierto recelo, algo que Sergio sabía se trataba sobre él y, muy posiblemente, sobre Mesut, sobre los dos.

Entonces la puerta del baño salió y aparecieron los dos jugadores alemanes, primero Sami y después Mesut; el primero le dedicó una mirada a Sergio y un ademán como saludo, mientras que el segundo se instaló a su lado y le sonrió.

—¿Y cómo ha ido?—preguntó el defensa en un inglés apenas aceptable.

—Bien—respondió Özil.

Sus miradas se cruzaron y ambos se sonrieron, mientras Khedira giró un poco su cabeza y al verlos se reunió con otros compañeros del equipo. Mesut comenzó a rasgar con la uña de su índice la piel del borde de la uña de su pulgar; Sergio mordió su labio y desvió la mirada de los de Mesut. No podían besarse ahí. Entonces el español sintió varias miradas sobre ellos y decidió romper esa tensión que se formaba, como antes rodeo al alemán con una mano y con la otra golpeo ligeramente el brazo del futbolista.

—¡Ánimo chaval!—dijo el defensa al oído de Özil, aunque a éste le pareció escuchar algo muy diferente.

En seguida el jugador alemán fue arrastrado por su compañero hasta los asientos de espera y comenzaron una charla sobre el por qué el rap era tan bueno. Y después de eso la mirada de Casillas y de Alonso no dejaba de aterrizar en ellos de vez en cuando; ‹‹quizás les parezca raro que Mesut no esté con Sami››, pensó el español. Gracias a ese magnetismo que parecían poseer él y su pareja para  con los otros dos jugadores españoles, Sergio desistió de cualquier ligero contacto que pudiera malinterpretarse, casi tuvo que morderse la lengua para no decir alguna cosa que llevara un doble sentido que Mesut pudiera cazar y ni hablar de algún ligero roce con la punta de los dedos o frotar disimuladamente sus rodillas, pero no hubo nada. Nada.

—¿Estás molesto?—preguntó Mesut al español cuando les dieron la indicación de abordar el avión.

—No pequeño.—El nacido en Sevilla detuvo al centrocampista del brazo, mientras los otros seguían avanzando—Sólo hay que tener cuidado, entiendes ¿no?

—Sí.

—Vale, avancemos.

Cuando siguieron caminando Mesut sintió como su meñique era sujetado y de inmediato dio un tirón para zafarse pero fue sujetado con más fuerza, tardó muy poco en darse cuenta que quien lo sujetaba era Sergio. Entonces sonrió. Agradeció que Ramos fuera un hombre con el atrevimiento de mostrarle su cariño por medio de gestos como ese, pero sobre todo el valor de hacerlo a la vista de todos, porque aunque todo sucediera entre las sombras, las acciones proseguían. Si algo sabía Mesut eras que Sergio lo quería, de eso no tenía dudas.

—Recuérdame agradecerle a Sami que durmamos juntos hoy—dijo el defensa cuando ya iban a bordo del avión. Al lado de Mesut dormía el otro alemán.

—Compartir cuarto no significa compartir cama—objetó el centrocampista muy quedo.

—Eso no te lo crees ni tú, pequeño.—La mano de Sergio fue lo suficientemente ágil como para colarse hasta la bragueta del pantalón de Özil y dar una caricia lo necesariamente fuerte para que el centrocampista buscara doblar su cuerpo como defensa, aunque no se salvó de soltar un quejido que más bien pareció un gemido. El central del Real Madrid fue fulminado con la mirada pero como siempre no dio tiempo al alemán para que diera una queja efectiva, en lugar de eso volvió con un gesto dulce –algo que contrastaba con la imagen que daba el defensa tomando en cuenta su aspecto de chico rudo–. De nuevo tomó el meñique de Özil con el sueño y así acalló cualquier replica que pudiera darle el nacido en Alemania.

Quizás se había acostumbrado, era fácil hacerlo, pero Mesut tan sólo soltó un poco de aire con gesto cansado y recargó su cabeza en el hombro del español.

—Eres increíble—dijo en un español muy claro.

Para el jugador alemán saberse prácticamente en casa lo hacía muy feliz; apenas estaba en el avión y ya se sentía en casa, aunque estar con Sergio era una sensación similar. A pesar de todo. Era un juego desarrollado en la oscuridad, pero a la vista de cualquiera donde los pequeños detalles eran los más importantes y tal vez los puntos clave, pero no lo cambiaría por nada. De pronto esconderse había pasado de ser un suplicio a una necesidad asimilada y eso no estaba mal.

—Tú más, pequeño—susurró el español a la nada cuando Mesut se había dormido y dirigió su vista al frente, dos asientos adelante en la fila contraria los ojos de Iker Casillas lo miraban de forma escrutadora. Pero no importaba ya. Volteo a ver a Özil y no pudo evitar sonreír, luego hizo su cabeza hacia atrás y trató de conciliar el sueño.


2 comentarios:

La historia continua siendo genial.
Gracias por escribir.

Holaa ^^
Me encanta la historia es genial
Ojala sigas escribiendo
Cuídate
Besoos

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