30/3/12

Lazoz rojos // Capítulo 9



Capítulo9
Verdades de fuego
 
Se un héroe
mata tu ego, 
no importa.
Paquete de mentiras
construye 
es un todo.
Una nuev base
roba un rostro nuevo,
no importa
todo es para salvarte
Year zero // 30 Seconds to Mars

Siempre le gustó el silencio, era muy agradable esa tranquilidad que trasmitía la carencia de sonidos, por ese motivo había seleccionado esa enorme casa en una de las zonas menos ruidosas de York, además de que dentro de la casa los sonidos parecían perderse. Sí, esa casa era perfecta. Sin embargo, el señor Rosenwald se vio forzado a usar esa hermosa casona como una posada luego de una mala inversión, pero a pesar de eso la tranquilidad era frecuente.

Pero como todo lo bueno termina por acabarse, esa noche vio interrumpido su sueño por unos insistentes golpes en la puerta de la entrada, quiso ignorarlos pero aquello pareció imposible cuando escuchó cómo un jovencillo gritaba desde afuera.

— ¡¿Es que nadie piensa abrir?!—gritó el joven. Se escuchaba algo exasperado.

Sin esperanzas de poder dormir con el alboroto que ese molesto chico estaba causando en su propiedad, el señor Rosenwald se levantó con visible disgusto y tras tomar su bata se encaminó a la puerta, no sin antes tomar la escopeta que poseía “por si las dudas” se dijo a si mismo. Y es que a pesar de que se suponía los sonidos lograban desvanecerse apenas cruzaban el umbral de la casa, parecía que esa vez se hacia una enorme excepción.

Con los nervios crispados ante el constante golpeteo que se llevaba la puerta de madera y cuyo eco resonaba en cada rincón por el que el señor Rosenwald cruzara, se acercó a la puerta y tras sacar sus llaves para abrir la puerta y, quizás, darle un buen sermón al mocoso que se atrevía a levantarlo a altas horas de la noche.

—¿Por qué vienes a estas horas de la noche a tocar mi puerta muchacho despreocupado y escandaloso?—dijo el hombre sin detenerse a ver a los que estaban frente a él.

Un muchacho alto y de cabello castaño sostenía la mano de otro chico, mucho más joven, pero de cabellos más claros y ojos azules, puesto que los del otro eran negros. A un lado de estos un muchacho de musculatura intimidante sostenía con ambos brazos a un chico más menudo y rubio quien pataleaba por liberarse de esos dos brazos de hierro que lo sostenían.

—¡Suéltame Bernard!—le dijo el rubio forcejeando.

—¿Quiénes son?—preguntó el viejo sin dejar de lado esa ceja levantada que había aparecido tras examinar a los presentes.

—Discúlpenos—dijo Bernard lo más cordial que pudo sin soltar al rubio.

—¿Usted atiende la posada?—dijo el más pequeño.

—Así es jovencito…

—Queríamos una habitación—musitó el rubio libre de los brazos de Bernard.

—Markus es de mala educación interrumpir a la gente cuando habla…

—¿Me lo dices tú?—le dijo el otro levantando la ceja con incredulidad.

—Ya basta—expresó Jared con tranquilidad pero con algo de pesadez en sus palabras.

—Venimos de Londres y necesitamos unos cuartos—comenzó a hablar—, su posada nos pareció bastante agradable y quisimos ver si sería posible que nos atendiera a estas horas.

—Son las doce de la noche—dijo el hombre.

25/3/12

Lazoz rojos // Capítulo 8

Capítulo 8
El corazón bajo la máscara

Entonces corro, me escondo y lloro a mí mismo
Comienzo de nuevo con un nuevo nombre
Y ojos que ven en el infinito
Estaba casi allí
Justo un momento lejos de ser poco claro
Alguna vez sientes que te has ido
Entonces corro, me escondo y lloro a mí mismo
Comienzo de nuevo con un nuevo nombre
Y ojos que ven en el infinito
Capricorn // 30 Seconds to Mars

Las delgadas hebras de un color café que lograba rozar los límites de un tono dorado  se mecían con singular ritmo, causado por un par de dedos juguetones, que siempre era desplazado cuando  una fuente ventisca que lograba colarse a través de la ventana pues Skandar tenía calor y por eso Jared había accedido a abrirla mientras él se refugiaba de los rayos del sol bajo las cobijas junto con su adorado humano. Ahí, el vampiro aprovechaba para acariciar las tersas mejillas de su adolescente, haciendo que su pulgar hiciera algunos movimientos circulares al mismo tiempo que  las yemas de su dedo índice y medio jugueteaban con la barbilla del chico.
—Ya casi anochece ¿no?—preguntó el pequeño despertando gracias a las pequeñas caricias que le otorgaban.
—En unas horas—contestó el vampiro acariciando con su aliento la oreja.
—¿Me cuentas una historia?—preguntó el pequeño acercándose más al pecho de Jared.
—Claro, ¿de qué la prefieres?—consultó el mayor mientras se incorporaba un poco.
—No sé, algo diferente—dijo el pequeño al tiempo que usaba sus manos para acercarse al torso de su acompañante—. Que no sea de amor, no de mentiras y tampoco de venganza.
—Eso es difícil—contestó Jared y el otro muchacho sonrió—, casi todas las historias que me sé son de amor, por no decir que son todas.
—Ha de haber una que no lo sea—dijo Skandar en tono juguetón.
—Bien…—musitó el castaño mirando a los ojos azules que se le presentaban, unos ojos que se le antojaban demasiado cautivantes, tanto que podía perderse por toda la eternidad en ellos—. Hace muchos, muchos años—dijo captando la atención del chiquillo, quien de inmediato sonrió y sus ojos brillaron por la emoción que le producía tener lo que había pedido—, hubo un rey muy justo que supo administrar muy bien su reino, así que cuando murió Dios lo llamó a su lado…
—¿Existe Dios?—preguntó el muchacho interrumpiendo a Jared.
—¿Tú crees que existe?—replicó el mayor.
—No sé…
—Yo mucho menos pequeño, pero si existen los demonios debe existir su contraparte ¿no?
—Supongo, bueno ¿y qué pasó con el Rey que se murió?—dijo Skandar retomando el interés por la historia.
—El Rey fue llamado por Dios para que le ayudara en una difícil tarea. Le dijo que habiendo sido tan justo en sus actos en la Tierra, le encomendaría el cuidado de la vida y la muerte de los humanos—dijo el castaño viendo como el menor se sentaba a su lado con las rodillas pegadas al pecho—. Luego le ofreció un trono y alrededor del mismo se extendían millares de velas, algunas recién encendidas y otras casi apagadas—entonces el pequeño de ojos azules se imaginó lo relatado por su amado vampiro.
—Debe ser bello poder ver tantas velas encendidas—musitó Skandar.
—Un espectáculo de luces—dijo Jared acercándose al menor—, pero nunca más espectacular que ver el brillo de tus ojos—y dicho eso besó cada uno de los parpados del chico.
No era nada descabellado esperar una reacción como la de Skandar, el cual se sintió completamente avergonzado de esa muestra de cariño y un color carmín tiñó sus mejillas casi al instante en que había bajado su vista para no tener contacto visual con Jared.

13/3/12

Lazoz rojos // Capítulo 7

Capítulo 7
Derrumbarse para renacer

Ambos podíamos ver muy claro,
que el inevitable final estaba cerca.
Hicimos nuestra elección, la prueba de fuego,
la batalla es la única manera de sentirse vivo.
Alibi // 30 seconds  to mars

El líquido rojo que emanaba la de la carótida y corría a través de ambas manos caía sobre el suelo formando un pequeño charco de sangre. La sangre del vampiro se mezclaba con la del cazador, pues éste último había sido herido en brazos y piernas y también tenía una herida cerca del estómago. Por su parte, el vampiro tenía el cuello casi separado de su cabeza, un brazo yacía inmovilizado a unos cinco metros de todo el cuerpo; las dos piernas tenían  una bala que les negaba el movimiento y en el estómago una katana negra que le atravesó el cuerpo.
—Séllalo—ordenó Hannibal a Nirvana.
Entonces la líder del grupo de caza vampiros, con los ojos cerrados pinchó el dedo índice de su mano derecha del que salió un poco de sangre que utilizó para formar un carácter de escritura japonesa en el suelo, mismo que se volvió negro apenas la mujer susurró un par de palabras. Justo en el momento en que abrió los ojos el cuerpo del vampiro ardió en llamas.
—Lástima que sólo era uno—dijo Hannibal al tiempo que ponía sus manos entrelazadas por detrás de su cabeza.
—Nunca te comprenderé—contestó la mujer y comenzó a caminar.
El fuego no dejó más que cenizas que la lluvia nocturna regó a lo largo de las praderas, Nirvana y Hannibal se habían encaminado al cuartel de Manchester por ser el más cercano y habían dejado atrás a otro vampiro abatido. Ese era su trabajo, acabar con esos demonios.
La mujer, de cabellos castaños igual que el muchacho, tenía apenas 20 años cuando se había unido a esa organización. Ella había nacido al sur de Inglaterra, justo en la frontera con Irlanda,  bajo el nombre de Elizabeth, era hija única y huérfana gracias a un borracho que asesino a su padre cuando ella apenas había cumplido los nueve años. Desde muy pequeña Elizabeth fue una chica inteligente y muy despierta, ayudaba siempre en los deberes de su casa y atendía perfectamente los deberes escolares, su mejor amigo era un sobrino de su tía Janet. Ese niño se llamaba James y cuando ambos cumplieron 17 años se comprometieron, se casarían un año después.
El día de su boda era un día que Nirvana jamás olvidaría. Había estado arreglándose desde la mañana, tenía el vestido de su madre y un hermoso tocado plateado con piedras cristalinas que con el sol brillaban de una forma muy atractiva, el maquillaje que su madre le había puesto era conservador pero resaltaba sus ojos al mismo tiempo que sus labios brillaban y sobresalían. La boda sería a la una de la tarde y después habría una pequeña comida.
Ella llegó a la iglesia junto con una de una de sus primas y su madre, al llegar a la iglesia se sorprendió de no encontrar a James ahí, no había rastros de él o de sus padres, pasó una media hora y no llegaban. Como mujer decidida que era, Elizabeth recogió el largo de su vestido y se encaminó a la casa de su futuro marido.
—Nada más que lo vea y me va a escuchar—mascullaba la chica luchando contra los talones y el empedrado de la calle.
Entró en la casa, su madre se había quedado atrás muchas cuadras atrás. La puerta estaba entreabierta, dentro de la casa reinaba  un silencio extraño y por alguna razón Elizabeth tenía una rara sensación que le erizaba los bellos del cuerpo.
—¡Jimmy!—gritó la chica—. James no estoy jugando—repitió la muchacha al no obtener respuesta, esa vez con un tono de voz más modulado.

6/3/12

Lazoz rojos // Capítulo 6

Capítulo 6 
Sin señales de advertencia

¿Se siente como que no hubiéramos vivido?
¿Se ve como que solo hemos empezado?
¿Se siente como que no hubiéramos vivido?
¿Se ve como que solo hemos empezado?
Está solo comenzando
R-Evelove 30 // seconds to mars 

Muy poca luz lograba filtrarse dentro del recinto, afuera el firmamento caprichoso  se empeñaba en mostrar sus adornos luminosos en aquel momento del día como todos los anteriores. Dentro de la Iglesia de St. Helen Bishopgate una silueta humana apenas se distinguía entre las sombras que curvaban aquel lugar, con la vista fija en los arcos góticos que dotaban de belleza a esa Iglesia, un joven con su mano a uno de sus bolsillos para tomar su cajetilla de cigarros.
—No fumes aquí—dijo otro hombre que se escondía entre las sombras, era más joven que el otro y tenía el cabello rojo que contrastaba con el castaño del otro hombre. Se llamaba Joel.
—No me molestes—contestó su compañero aspirando su cigarro—, es relajante hacerlo, velo como un premio o algo así.
—¿Un premio por matar un vampiro? Estás tocado—dijo el chico con los puños dentro de sus bolsillos—, en todo caso el premio también sería mío.
El mayor, que tendría más de veinte años, se acercó al muchacho y le propinó una bofetada que resonó impulsada por la acústica. A Hannibal no le había agradado en lo más mínimo las últimas palabras del muchacho, como si él no hubiera hecho nada, cuando la realidad era que el mayor podría aniquilar a cualquier enemigo que se le presentara o por lo menos eso pensaba él.
Entonces Joel envolvió su mirada con odio ante las acciones de su compañero y alzó el puño contra el hígado del otro para golpearle, pero Hannibal era más rápido y logró esquivar el golpe, tomó la muñeca del muchacho y la giró para torcérsela y que quedara de espaldas a él. Pero el hombre de más edad no dejó las cosas así, empujó al muchacho contra la pared antes de que Joel lograra conectar una patada hacía atrás haciendo que se diera de lleno contra un muro. El siguiente movimiento que el muchacho logró llevar a cabo fue desenfundar la pistola que llevaba cerca del coxis entre el pantalón y su cuerpo. Una bala salió disparada y se incrustó justo en el respaldo de una banca de madera, pues Hannibal había esquivado con maestría el proyectil.
—¡Ustedes dos, paren ahora!—gritó alguien con voz femenina.
Ambos hombres voltearon hacia la entrada en cuanto escucharon la voz, la pistola de Joel fue bajada al instante por él mismo y entonces despegó la vista de las personas que recién habían llegado.
Justo en la entrada había cuatro personas que observaban reprobatoriamente la escena que los otros dos habían montado. La primera era una joven pelirroja de piel muy blanca, aunque lo que más llamaba la atención eran sus ojos de un verde muy intenso y el aura melancólica que la envolvía en algunas ocasiones. A su lado se encontraba Amy, una chica de trece años que llevaba poco tiempo en el grupo, era la más callada y analítica del equipo; por otra parte estaba Nirvana, la mujer de más edad, que se caracterizaba por utilizar un vestuario que dejaba poco a la imaginación, además de una actitud despreocupada aunque por momentos se volvía una tirana perfeccionista. Y por último, Joshep, un joven de cabello castaño que tenía la manía de quitarse la cutícula de las uñas con los dientes.