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Te extraño
Título: Te extraño
Rated: T (13+)
Pairing: Criská (Cristiano Ronaldo y Rickardo “Kaká”)
Word Count: 1447
Resumen: A Cristiano le falta algo o más bien alguien
en su vida. Le extraña, pero las circunstancias que rodearon el adiós y su
distanciamiento hacen que una simple llamada sea difícil.
Disclaimer: Cristiano Ronaldo y Ricardo “Kaká” son personas públicas y los derechos de
su imagen no me pertenecen, lo aquí escrito no busca dañar su imagen o lucrar
de alguna forma, sólo sano entretenimiento.
Advertencias: ¿slash? forever
Notas de autora: Una linda chica me pidió que escribiera un fanfic
basado en una parte de la canción I miss you de Blink 182 y resultó esto.
Karen, no sé si esto esté a la altura de tus expectativas pero espero que te
guste, un beso :3
PD: Criská forever, bitches xD
Capítulo único
Era el mejor
jugador del mundo, después de tantos años volvía a estar en la cima. En el
lugar que se merecía. Tenía una familia hermosa y estaba en uno de los mejores
clubes del mundo, su vida parecía ser perfecta. La palabra clave era precisamente
esa: “parecía”. Tenía un nuevo balón de oro en su estantería, justo al lado del
ganado cuando estaba en el Manchester United y aun así no era capaz de sentirse
completamente feliz.
Le faltaba algo.
La euforia se
había disuelto con los días, la vida había regresado a ser un poco como antes,
aunque no volvería a ser la misma pues ya había superado a Lionel Messi en esa
maratónica carrera por ser el mejor del mundo que habían iniciado tiempo atrás.
Si Cristiano Ronaldo era sincero, y vaya que lo era, admitiría que había
existido un punto en que la rivalidad con el astro argentino lo había
frustrado, si bien le gustaba la presión y el antagonismo con el del Barcelona lo
hacía estar en boca de todos tal y como a él le gustaba, había momentos en que
ser vencido una y otra vez sólo lo hundía. Pero no era Leonel Messi lo que
hacía que sus días fueran grises e incluso dolorosos. Entrenaba con sus
compañeros del Real Madrid en Valdebebas, esa temporada habían llegado nuevas
caras y se habían ido otras, siempre quería dar el máximo pero el futbol, a
pesar de ser lo que más amaba en el mundo, solía doler en momentos como ese.
Cristiano Ronaldo respondió a una sonrisa de Fabio Coentrao, su inseparable
amigo, mismo que casi había salido del club en el mercado de invierno, Pepe,
siempre receptivo a los pequeños cambios en el rostro de Cristiano se había
acercado a los dos portugueses entrecerrando los ojos levemente y apretó el
hombro de Ronaldo, quien agradeció el gesto internamente. Y es que quizás era
Pepe quién más lo conocía allí, quien sabía que cuando el jugador portugués
volvía la mirada a un lado, dónde no hubiera nadie, era porque buscaba a una
persona que nunca más pisaría ese pasto.
Dolía.
Aprender a vivir
sin alguien que se había vuelvo una constante en su vida era algo doloroso para
el portugués, en el pasado había perdido a personas pero no era lo mismo. No lo
era.
Al terminar cada
entrenamiento Cristiano regresaba a su casa, odiaba el trayecto en solitario,
por lo que casi siempre llevaba a Fabio, quién era su vecino y un chico tan
ocurrente que lo distraía de cualquier pensamiento doloroso. Lo mismo pasaba
con Cristiano Ronaldo Jr., su pequeño tesoro, por eso detestaba que su madre lo
llevara a Portugal, porque entonces esa gran casa vacía se convertía en una
trampa. Era una mosca atrapada en una telaraña y los recuerdos eran su
depredador.
Ese día había
muchas nubes en el cielo, su casa se veía más oscura de lo que realmente era, y
el partido de tenis que veía en la televisión no era tan entretenido como
quisiera que lo fuera o más bien él no prestaba la atención suficiente. Su
mente estaba en otra parte. Recordó cuando Ricardo, Kaká, lo visitaba por las tardes
y cómo cocinaban juntos y comían en el jardín, las ocasiones en que utilizaron
la piscina, recordó que a Ricky le gustaban los días lluviosos y pasaban la
tarde en la cama viendo películas cuando el día se presentaba así. Cada imagen
dolía como un infierno. Había cerrado los ojos, los apretó fuertemente antes de
abrirlos y echar su cabeza atrás, con la vista fija en el techo, entonces su
celular timbró. Era un mensaje de Irina, estaría en Madrid el fin de semana,
así que saldrían a alguna parte y si todo salía bien algún paparazzi los
captaría.
Fingía.
Un hombre como
él, guapo y con un cuerpo espectacular, con un ingreso millonario y una carrera
en ascenso, tenía que tener una novia espectacular, así lo dictaban los cánones.
Pero Cristiano amaba ya a una persona, a un hombre, a su compañero de equipo, a
Kaká. Pese a eso, había tenido que iniciar una relación con la modelo rusa
Irina Shayk. Eran una sensación. Siempre había sabido que lo suyo con Ricky era
sólo de los dos, que nadie podía enterarse, pero a veces era doloroso, mucho
más cuando tenía que ver al amor de su vida con su esposa y sus hijos. Y aun así
siguieron juntos.
Pero Ricardo
tuvo que marcharse y antes de eso Caroline había comenzado a sospechar, no es
que ella y el brasileño tuvieran una gran relación, a decir verdad se comportaban
muchas veces más como unos amigos que como marido y mujer, y en el último año
Kaká se había vuelto más distante. Ella veía como se iluminaban los ojos de su
esposo al hablar de Cristiano Ronaldo y la forma en que ellos dos se miraban
cuando estaban juntos, aunque hubieran sido pocas las ocasiones en que había
logrado estar con ellos dos en la misma habitación. Así que poco antes de la
marcha de Kaká se empezó a gestar un abismo entre los dos amantes, porque se
amaban, sí, pero Ricardo también amaba a sus hijos y no podía dejarlos.
Caroline fue clara, si no aceptaba la oferta del AC Milan no volvería a ver a
sus hijos. Y Ricky regresó al club de sus amores.
No habían
hablado desde entonces, algún mensaje escueto cuando alguno ganaba un partido
complicado o marcaba un gol, un mensaje para Ricardo cuando se lesionó y uno
para Cristiano cuando ganó el balón de oro, nada más. Y Cristiano extrañaba
horrores a su Ricky, la vida seguía, sí, pero a veces parecía imposible seguir
con ella.
¿Cuántas veces
Cristiano había deseado tomar el teléfono y marcarle a Ricardo? Muchas, pero al
final no se había atrevido a hacerlo ¿por qué Ricky no lo llamaba? ¿No lo amaba
más? Quizás el brasileño se había dado cuenta que no valía la pena ir en contra
de sus creencias por él, tal vez había vuelto amar a su esposa. No importaba el
motivo, había perdido a Ricardo.
¡Pero quería
escuchar su voz! Cristiano quería escucharle por lo menos un instante, no pedía
verlo, ni tocarlo, por lo menos escucharlo, pero tenía miedo de que Ricardo no
quisiera lo mismo. Lo extrañaba, su sonrisa, su cabello suave, esa cualidad de
comportarse como un adulto serio y al minuto siguiente ser un niño caprichoso,
cómo estar entre sus brazos lo tranquilizaba casi instantáneamente y cómo sus
labios lo llevaban al cielo por un momento.
—Nunca estarás
seguro—dijo Pepe una tarde a Cristiano Ronaldo. El defensa lo había mirado
fijamente y nuevamente habló—. Yo creo que él también te echa de menos. Cris,
él te ama.
Cristiano
Ronaldo soltó una risita amarga.
Pero ¿y si Pepe
tenía razón? ¿No podía vencer el miedo y el orgullo por Kaká? El brasileño
había alejado sus prejuicios por estar con él, había partido su corazón para
que pudieran estar juntos. Ricardo había tenido que vivir una doble vida por
él.
Se limpió las
lágrimas que habían escapado de sus ojos. Y su mano temblaba, su respiración se
le dificultaba, ni siquiera en un partido de futbol se había sentido tan
fatigado como en ese momento, entonces marcó un número de teléfono.
—¿Cris?—preguntó
Ricardo cuando contestó.
—H-hola—musitó
el portugués, apenas lograba articular palabra. Luego nadie habló.
—¿Está todo
bien?—preguntó el brasileño, desde que había dejado el Real Madrid no había
tenido ni una sola llamada del astro portugués.
—Sí.—Era una
mentira del tamaño del Santiago Bernabéu, Cristiano detestaba mentir, pero se
sentía vulnerable.
—Me alegro.
—No, no está
bien—dijo de pronto CR7 poniéndose de pie—. Yo…—Y decir lo que su corazón
gritaba era doloroso, la voz de Ricardo no lograba calmarlo como antes, había
agitado todo su ser como si un tornado hubiera tomado alma—Yo te extraño—dijo
de golpe, liberando todo lo que había sentido durante todos esos meses lejos de
Ricardo, su Ricky—. Y te amo—completó para finalmente apoyar la frente contra
la pared. Estaba jodidamente fría.
Ricardo no
contestó de inmediato, no podía hacerlo.
—Lo siento—musitó
con la voz quebrada, ahogando el inminente llanto—. Yo también te extraño.
Y las lágrimas
corrieron a lo largo de su rostro en una sincronía, con sus corazones
estrujados por el mismo dolor. Esa noche hubo promesas, hubo esperanza.
Hablaron hasta que no pudieron más y cuando fueron a sus camas a descansar,
Cristiano sonrió de una forma en la que no lo había hecho desde hacía mucho
tiempo. Ya podía estar completamente feliz.

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